"Señor presidente: luego de tantas fundamentaciones, argumentos, debates, difusiones periodísticas sobre las posturas, casi como una verdad de Perogrullo corresponde aclarar que lo que estamos discutiendo hoy es la preservación o no de las fuentes de agua dulce de nuestro territorio. No hay ninguna opción, más allá del valor de la fuerza en términos económicos que pueda tener, que distorsione esta cuestión de fondo que estamos discutiendo.
Y en esta cuestión hay sólo dos posiciones: o se preserva el agua o se permite que se la siga contaminando y derrochando. En estas dos alternativas hace dos años hubo dos posicionamientos muy fuertes y firmes: la de los diputados y senadores que aprobaron el proyecto de la diputada Maffei y la de la presidenta de la República que vetó esa ley aprobada en el Congreso. Unos optaron por preservar el agua dulce en nuestro territorio, y la otra optó por seguir permitiendo que se derrochara y contaminara. La propia presidenta al vetar esta ley cambió el eje de esta discusión.
Al convocar a los gobernadores de las provincias andinas para que convergieran en un nuevo proyecto, fue ella la que cambió el eje y relacionó el tema de la preservación de los glaciares y del agua dulce con la cuestión minera. Fue usted, señor presidente, cuando decidió girar el proyecto del diputado Bonasso a la Comisión de Minería, el que mostró cuál era la verdadera posición del oficialismo con respecto a este tema. También este año hubo dos posiciones absolutamente claras sobre esto: la de los diputados que apoyamos y firmamos el dictamen, basado en el proyecto del diputado Bonasso, en las dos comisiones, y también la de la presidenta reuniéndose con los funcionarios de la Barrick Gold, que la recibieron en forma bochornosa tratándola de igual a igual como si fuera de soberano a soberano. En realidad no era muy distante de lo que está sucediendo, que se podrá apreciar si se analizan las facultades que la Barrick Gold tiene en el emprendimiento de Pascua Lama, si se ve cómo esa frontera casi diluida a partir de ese acuerdo vergonzoso entre la Argentina y Chile, le ha cedido prácticamente la soberanía en un amplio sector sobre toda la cordillera, como bien decía el diputado Solanas hace un rato, para que ellos ejerzan desde ahí facultades que son realmente denigrantes. Es algo inaceptable para las soberanías nacionales y lo cierto es que hoy los diputados tenemos dos posibilidades: votamos a favor o lo hacemos en contra de la contaminación.
Votamos a favor o lo hacemos en contra de la preservación. La introducción del tema minero en la defensa de los glaciares ha permitido que se desarrollen algunos argumentos que serían prácticamente inaceptables si no entendiéramos que detrás de esto está la relación de dependencia con las grandes potencias, que prohíben la actividad en su territorio pero que la traen a nuestras repúblicas a partir de las grandes multinacionales que vienen a explotar la minería. Así encontramos a lo largo de estos meses distintas propuestas a favor de estas explotaciones, con empresarios, funcionarios, legisladores que han sostenido que esta actividad produce un gran desarrollo y bienestar en las sociedades que se encuentran en la zona de influencia de las mineras. I
ncluso se ha hablado en forma ridícula del aumento de la cantidad de camionetas 4x4 y de casas de fin de semana en algún sector social de una provincia, que de esta manera se vería agraciado con los beneficios de la explotación minera. En verdad esto no sucede en Andalgalá, donde la única actividad económica comercial que ha crecido en los últimos diez años ha sido la farmacéutica, a pesar de que el hospital local todavía no ha encontrado la oportunidad de hacer una estadística seria sobre el aumento de las enfermedades respiratorias y de las alergias. Pero no es extraño porque es el mismo hospital cuyos profesionales no han sabido discernir lo que era la herida de una bala de goma de la provocada por una pedrada cuando la policía reprimía a quienes se manifestaban en contra de un nuevo emprendimiento con el que sale premiada Andalgalá, que es el de Agua Rica. Andalgalá tiene 17 mil habitantes.
Sesenta puestos de trabajo ha generado el emprendimiento Bajo La Alumbrera, un número idéntico a la cantidad de procesados que hay hoy en la ciudad por haber reclamado en contra de la instalación de la nueva minera. Sin embargo, ni uno sólo de los que defienden y teorizan sobre el desarrollo potencial y el crecimiento económico de esas sociedades denunció la complicidad y la subordinación de la policía provincial con respecto a las decisiones de la empresa. Ni uno sólo dijo ni cuestionó la amenaza pública de muerte del propio intendente hacia quienes reclamaban en Andalgalá. No hubo una sola manifestación en contra de esos jueces que han hecho de la criminalización de la protesta el mecanismo de chantaje para que el pueblo de Andalgalá se quiebre y se subordine a las decisiones de las mineras. También hubo en los últimos tiempos legisladores que descubrieron que el 3 por ciento en concepto de regalía era poca plata. Así encontramos en la Cámara algunos proyectos que dicen que el 3 por ciento es poco. Han decidido tener en cuenta por fin que no pagan impuestos por la importación de los equipos que utilizan y que pueden deducir del impuesto a las ganancias las inversiones en infraestructura, que aprovechan solamente ellos en la explotación.
Pueden descontar del impuesto a las ganancias la construcción de caminos, que están vedados –como bien decía el diputado Basteiro para la circulación de cualquier ciudadano; solo los pueden utilizar ellos en la explotación. También obtienen beneficios por la exportación por puertos patagónicos. En algunos casos se les devuelve hasta el 7 por ciento por hacer la exportación a través de esos puertos. Reciben el gran beneficio de trabajar con declaraciones juradas propias sin ningún tipo de control. Además, se les han garantizado treinta años de estabilidad tributaria para desarrollar su trabajo, que en realidad consiste en llevarse nuestras riquezas y luego desaparecer. ¿Qué dicen los diputados? Aumentemos lo que cobramos y apliquemos el 3 por ciento al precio de facturación en lugar del precio en boca de mina. Entonces le estamos diciendo: “Sigan contaminando y depredando, pero ahora les saldrá un poco más caro aquello depredar y saquear a los argentinos”. En estos últimos meses también hubo la intervención de algunos especialistas. He escuchado decir a algún entendido que las universidades no tenían derecho a opinar en la Argentina con respecto a la contaminación que las empresas mineras producían con el cianuro, porque esas entidades obtenían dinero y beneficios de la explotación. Agregaba que lo que debían hacer sus técnicos era guardar silencio y dedicarse a buscar otra alternativa que reemplazara al cianuro para no contaminar tanto el agua. Los expertos nos recomendaban no sólo que nos calláramos la boca, sino que pusiéramos a nuestros profesionales a resolver los problemas que nos generaban quienes venían a depredarnos y llevarse nuestro dinero. Hay algo que escuché en la comisión y sinceramente pensé que no iba a oír nunca más. Ahora lo volví a escuchar en el recinto y, lamentablemente, algunos diputados acompañaron con el aplauso. Se dice que como tenemos el quinto lugar de contaminación del mundo, que es el Riachuelo, no podemos quejarnos por el cianuro, por el arsénico o por el ácido sulfúrico de Catamarca o San Juan.
Ello sería así porque en la Capital y en el Gran Buenos Aires tenemos la contaminación del Riachuelo. En aquél momento creí que habíamos herido la susceptibilidad provinciana de algún legislador, quien en un arranque de furia antiporteña había hecho esas declaraciones. Desgraciadamente, lo volvimos a escuchar de los técnicos y hoy nuevamente en el Parlamento, como si el medio ambiente perteneciera a unos u a otros, o como si tuviéramos el derecho de decidir que la contaminación puedo permitirla porque es mi pueblo. Por otro lado, también hemos escuchado argumentos de quienes dicen que acompañan el dictamen de mayoría, pero cuando llegue la hora de votar en particular van a pretender transformar la verdadera discusión del día de hoy, que es la definición de las áreas periglaciales, y terminarán coincidiendo prácticamente con el dictamen del senador Filmus.
No le mientan más al diputado Bonasso..! No nos mientan más a quienes acompañamos el dictamen de mayoría..! Si lo que quieren es preservar la actividad económica de las grandes mineras, voten la propuesta del senador Filmus; no tengan vergüenza de votar con el oficialismo. No incurren en ninguna contradicción si votan con el oficialismo; en todo caso la contradicción es del propio oficialismo, que sigue dando discursos por izquierda, pero vota por derecha… Después de los comentarios que escuchamos en el sentido de que el senador Filmus acompañaría la propuesta del señor diputado Bonasso, teníamos alguna esperanza de que el oficialismo se sumara a esta iniciativa, para que todos juntos diéramos un mensaje contundente de defensa de los recursos naturales, de las riquezas y del medio ambiente. Pensamos que ese hubiese sido un mensaje extraordinario para las grandes empresas explotadoras de la minería y sus acólitos locales. Lamentablemente, parece que eso no va a ocurrir. De cualquier forma, guardamos la esperanza de que en el Senado puedan acompañar lo que hoy vamos a votar en esta Cámara. Además, esperamos que las provincias no recurran a esas leyes sospechosas -por calificarlas de manera elegante- que se están votando en estos días, con el objetivo de contraponerlas a la normativa nacional y así evitar que se aplique seriamente. Reitero que vamos a acompañar el proyecto impulsado por el señor diputado Bonasso.
También estamos de acuerdo con las modificaciones que se han propuesto. En definitiva…: Nosotros vamos a votar por la preservación del agua dulce…, Contra la expoliación de nuestras riquezas…, Por el cuidado del medio ambiente…, Por nuestra soberanía…, En contra de la dependencia… y por el futuro de las nuevas generaciones… Porque desde nuestro bloque seguimos creyendo que el agua vale más que el oro…!"