jueves, 20 de diciembre de 2007
Maldita "Desideologización"
Me encuentro superado por una enorme decepción. Al hablar con la gente veo con mis propios ojos la enorme falta de compromiso existente en mis paisanos por la política, llegando al desinterés absoluto, viendo como llega el punto en que la persona habilitada para ejercer el voto, solo lo haga por mera costumbre, o peor, por mera obligación, sabiendo que es uno de los derechos políticos más importantes y que más costo conseguir. Ahora, uno se pone a pensar ante esta situación, ¿cual es su causante?, y solo se puede llegar a una respuesta: los dirigentes políticos, y no los partidos como se podría llegar a pensar. ¿Y en qué me baso? Tuvimos una larga tradición ideológica en nuestro país, pero que lamentablemente se fue al “caño”. Todo comenzó con las dos últimas dictaduras: se creo miedo en la gente, para que no participe, para que no piense que hay otro que sufre, para crear esta mentalidad individualista, que es totalmente orgánica a los que dirigen nuestros futuros (alguien dijo alguna vez “divide y vencerás”), para que “no te metas” porque a vos no te pasó, para que no te involucres, y así podría seguir... Pero durante estas épocas hubieron personas que pusieron el pecho, muchas de ellas, lamentablemente, ya no nos acompañan, pero que lucharon por el otro, por ese que tiene menos que uno, en vez de pensar en ellos mismos. Después llego la democracia de la mano de una necesidad de la población de participar, de estar. Ver esos actos era algo totalmente hermoso (nunca los viví, pero gracias a las filmaciones, pude disfrutarlos), ese deseo de no volver el tiempo atrás, ver esos compromisos, esas esperanzas, la búsqueda de una democracia sólida con instituciones fuertes, con un alto contenido ideológico, y este último punto quiero recalcar: la ideología. Esa hermosa herramienta que nos crea esperanzas para generar cambios, proyectos, mejoras. Pero llegó un punto en que se fue y nunca más volvió. Y ahora me pregunto: ¿por qué? Porque gracias a los distintos dirigentes políticos, que centraron las estructuras partidarias en su persona, la ideología pasó a estar en una, no segunda, sino quinta, sexta, o por que no, séptima posición. Y las personas tienen un problema: son personas, y eso significa que se pueden equivocar (voy a ser inocente y pensar que se equivocaron) y de esta manera, empezar a fallar en las ilusiones que generaron en las personas. Pero la ideología no, ella es eterna, vivirá por siempre, mientras que haya gente que la lleva en su quehacer diario. Ella no traiciona, no nos miente, nos permite soñar con un lugar mejor, no se cansa ante los fracasos, nos contiene cuando estamos tristes y decepcionados con nuestra realidad, nos incentiva a pelear. Pero como casi todos se olvidaron de ella, casi todos perdieron las esperanzas. Entonces nos encontramos ante el problema de que a la gente no le interesa ir y votar, porque ya no cree, porque no es tonta, sabe que un candidato propone algo, si es que tenemos la suerte de que lo haga, y luego, no lo cumple. Entonces, vota al más carismático (o al que lo mantiene con nuestro tan famoso “clientelismo”), pensando que en una de esas, capaz, hace algo, pero generalmente este derecho lo ejerce porque es obligatorio, casi nunca por convicciones, por creer en que habrá un cambio para mejor.Mis queridos paisanos: volvamos a la ideología, a soñar, a creer, que esa será la única manera de poder cambiar la situación actual, pero de manera REAL, metamosnos en lo que le pasa al otro, en saber porque sufre, como poder ayudarlo, busquemos la redemocratización de nuestros partidos, los mejores exponentes de las ideologías, peleemos, critiquemos, pero participando, no sin hacer nada, eso es fácil, es lo que hacemos en el día a día, y como tal, termina ahí, en una mera opinión. Pero si exigimos comprometiéndonos, para disputarle ese lugar a los que lo ocupan sin hacer nada, pero que tan bien saben “calentarlo”, ahí empezarán a trabajar, porque pueden perder, porque habrá un pueblo sediento de cambios, de democracia, de instituciones fuertes que limiten el poder de unos pocos que hacen lo que quieren. Metamosnos en política, que no es cosa de unos pocos, es cosa de TODOS, porque TODOS nos veremos repercutidos por las decisiones que se tomen.
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