–¿Cuáles son los motivos que llevan al GEN a formar su propio bloque dentro del Congreso y romper con la Coalición Cívica?–No me gusta la idea de romper. Fue una situación casi natural, es un trámite administrativo. Cuando conformamos la Coalición Cívica, este espacio era un lugar de aglutinamiento de organizaciones políticas, sociales, y también de convocatoria y participación de sectores independientes. Cuando Carrió decidió hacer del ARI un partido que se llama Coalición Cívica, dejó afuera al resto. Nosotros trabajamos mucho para formalizar la construcción de nuestro partido político, porque fue el instrumento con el que la mayoría de nosotros salió del radicalismo y se fue a la Coalición a apoyar a Carrió. Por eso, siempre reivindicamos nuestra autonomía e identidad. Nosotros queremos que nuestro bloque articule con las demás fuerzas en la conformación de un interbloque. No nos vemos descolgados del resto, haciendo acuerdos por afuera de lo que haga el bloque de la Coalición o del socialismo. Queremos seguir trabajando juntamente con ellos.
–¿Piensa que la decisión de transformar a la CC en un partido es una respuesta a los desacuerdos que usted planteó dentro del espacio durante el último tiempo?
–Considero que la decisión de transformar a la Coalición en un partido fue un error estratégico, porque Carrió es una persona que está llamada a estar por encima de los partidos políticos y de las personas que integran la Coalición. En cambio, ella decidió sectorizar su pertenencia y armar un partido político propio. Me parece que esto la limita a ella.
–Desde un sector de la CC, se empezó a hablar públicamente de conformar un partido después de que usted decidió acudir al diálogo político en disidencia con el resto de sus compañeros de espacio.–Convertir la Coalición en un partido fue una decisión que ellos tomaron, pero no me siento demasiado autorizada para hacer una interpretación. Creo que nuestras diferencias en torno al diálogo político fueron una cuestión menor y coyuntural, que algunos intentaron usar como un pretexto para algo que tenía alguna otra motivación extra.
–¿Quiénes?–Los miembros del partido de Carrió, el ARI. Antes de que anunciaran la conformación de un partido propio, ya habíamos tenido un episodio anterior, que fue la decisión de romper el bloque de diputados de la provincia de Buenos Aires. Esa decisión fue muy importante para nosotros, casi agraviante, porque nosotros formábamos parte de un todo donde no teníamos diferencias políticas. El bloque de diputados de la provincia de Buenos Aires era el único que nosotros presidíamos, ellos presiden el de senadores y el nacional, sin embargo rompen solamente eso. Además, al diálogo no fui sola, fui con todo el radicalismo y el socialismo.
–¿Se arrepiente de haber acudido al diálogo con el Gobierno?–No, de ninguna manera. Siempre he dicho que si no hay diálogo entre quienes piensan distinto, la democracia es una parodia. Por lo tanto, el diálogo siempre es bueno, aun con las bajas expectativas que teníamos, con la opinión crítica que tenemos sobre este gobierno y a riesgo de que nos estafaran. Creo que se utilizó eso para algo que tenían decidido hacer desde antes. No sé si nosotros le generábamos alguna incomodidad.
–¿Por qué?–Veníamos de un proceso complejo, que fue el armado de listas. Carrió hizo un acuerdo prácticamente personal con el radicalismo, al que nosotros terminamos casi adhiriendo sin posibilidad de cuestionarlo. Ese acuerdo incluyó ubicar al candidato de Cobos en el tercer lugar de nuestra lista. Yo no reniego de la participación del candidato de Cobos, Mario Barbieri; al contrario. Pero ése fue un acuerdo que hizo personalmente Carrió. Para mí, el acuerdo con el cobismo era para que tuviera un lugar más discreto y ella decidió que el representante de Cobos fuera tercero en la lista. Por eso, si se decidió un acuerdo con el cobismo en la conformación de las listas, no se puede decir una semana después “con Cobos no voy”. Se lo hubieran comunicado antes. No es de una buena conducta con la gente que incorporaste en la lista.
–¿A qué cree que responde eso?–No lo sé. No me quiero poner en intérprete de las cosas. Trato de describir un episodio objetivo. Otro acuerdo complejo fue el que Elisa Carrió hizo personalmente con Gustavo Posse, quien no ha sido menos kirchnerista que Cobos, incluso me animaría a decir que un poco más. Si pasamos registro, vamos a encontrar varias fotos de él con Cristina Kirchner, hablando mal del radicalismo. Por eso, pienso que en el medio hubo muchísimas cuestiones que se han utilizado, y creo que nosotros éramos una incomodidad, porque cuestionamos algunas de estas cosas. Nos pusieron a un costado cuando hicieron todo ese acuerdo, sin embargo lo bancamos porque no estamos ahí para ver los lugares que nos tocan sino porque creemos en el Acuerdo como modelo de construcción de una alternativa política para la Argentina. Estamos por convicciones, no por conveniencias o repartos.
–Antes, usted dijo que era un hecho agraviante la decisión del ARI provincial de romper el bloque y que hasta ese momento no había diferencias políticas, ¿hoy existen discrepancias entre el GEN y el partido de la CC-ARI?–No, por eso no hay ninguna justificación para la ruptura del bloque. Lo que hay hoy de distinto es la decisión de ellos de hacer de la Coalición un partido. Nosotros no hemos tenido diferencias.
–Más allá de la separación del bloque, usted continúa afirmando que Carrió es la referente de la oposición...–Fundamentalmente, creo que ella es quien construyó el Acuerdo Cívico y Social. Nadie como Carrió creía tanto en el acuerdo con el radicalismo. Ella hizo todos los esfuerzos para que se pudiera llegar a ese Acuerdo Cívico, incluso hizo concesiones que yo no habría hecho.
–¿Cómo está hoy su relación con Carrió?–No tengo relación con ella.
–¿Cuándo fue la última vez que habló con ella?–Si no me equivoco, el 28 de junio.
–¿Cómo se le explica a alguien que votó a Stolbizer y a Carrió que hoy ustedes no se hablan?–Eso no implica que nuestro acuerdo político esté roto. Lo importante es que logramos construir un espacio político que trasciende a Carrió y a Margarita, que es el espacio del Acuerdo Cívico. Ninguna de las dos ha renunciado a ese espacio. No tenemos rotas las cuestiones de fondo y es importante saber que el acuerdo no depende exclusivamente de nosotras.
–¿A qué responde la dificultad de lograr un acuerdo entre las distintas fuerzas opositoras del AcyS en pos de un proyecto político alternativo al del gobierno actual?–Avanzamos bien durante la campaña previa a la elección del 28 de junio, en el acuerdo sobre un programa de acción legislativa. Hoy, hay que agregar más equipos técnicos y una apertura muy grande hacia varias organizaciones sociales y personas independientes. Yo esperaba que Carrió, después del 28 de junio, hiciera una gran convocatoria a los diez economistas más prestigiosos, a los expertos en educación, intelectuales, para discutir un proyecto de país. En lugar de esa convocatoria, Carrió decidió anunciar su partido político. El modelo sobre el que me gustaría trabajar es el Frente Progresista de Hermes Binner en Santa Fe, donde la unidad de los partidos es el programa. Además, empezaron discutiendo lo que querían para la provincia con los académicos, los clubes de barrio y las sociedades de fomento. Eso es tener vocación de construcción de mayorías. La fuerza política mayoritaria que pueda producir un cambio y una transformación como la que la Argentina necesita debe ser mucho más que una suma de los partidos políticos.
–Después de las elecciones del 28 de junio, los miembros del ACyS comenzaron a tener algunos cortocircuitos frente a ciertos temas. ¿Considera que eso responde a la falta de un programa de gobierno unificado?–Eso se resuelve con un programa de gobierno. Los que están dentro del espacio ceden sus propias posiciones en función del proyecto que los engloba.
–¿Está de acuerdo con la iniciativa del Gobierno con respecto a implementar una asignación para los hijos de los trabajadores informales o de muy bajos ingresos? –No, no estoy de acuerdo con nada que implique continuar con la política social focalizada. Cada vez más se ha instalado en el debate la necesidad de la universalización de las políticas sociales, y ése tiene que ser el criterio. Si hay restricciones de caja, la asignación debería ser por edad, en vez de recibirla todos los menores de 18, lo hacemos hasta los seis o diez años. La universalización de la política quiere decir que la persona que recibe esa asignación la recibe porque es un sujeto de derecho y no un cliente del sistema por su condición de pobre.
–Pero con la universalización no habría redistribución...–No es así, porque todos los chicos que tienen sus padres trabajando reciben una asignación familiar. De modo que lo que hoy cobran se va a transformar en esta nueva asignación. Lo que se hace es extender a todos lo que hoy reciben los hijos de los trabajadores en blanco.
–¿Cuál sería la fuente de financiamiento?–En realidad, la única posibilidad de resolver el problema de los pobres es abordar el problema de los ricos. La verdadera redistribución de la riqueza es una reforma tributaria, para que dejen de pagar el IVA de la misma manera los que tienen y los que no; y empiecen a pagar más los que más ganan. Sin llegar a eso, hoy existe la posibilidad de financiar esto. No hay que asustarse frente a un programa social en el cual ya hay mucha gente que lo está cobrando. Simplemente con reorientar algunas partidas, se podría hacer perfectamente.
“Los hijos de los desaparecidos son nuestros hijos”–En los últimos días se armó una polémica entre Carrió y Abuelas de Plaza de Mayo por el proyecto de ley que establece la obligatoriedad de los exámenes de ADN para los jóvenes que podrían ser hijos de desaparecidos, ¿usted está de acuerdo con esa iniciativa?–Hay una terrible superficialidad en el debate sobre este tema. El proyecto que envía el Ejecutivo no es un proyecto que impone la extracción compulsiva de sangre, sino que dice que se puede extraer el ADN a través de un cepillo de dientes, por ejemplo. El fallo de la Corte Suprema en este tema es muy bueno, por lo tanto el proyecto debería tomarlo. El proyecto de la diputada Córdoba, que es del Frente para la Victoria, toma mucho más el fallo de la Corte que el del Poder Ejecutivo. Avanzar compulsivamente sobre los derechos de la intimidad de una persona es válido sólo en la investigación de los crímenes de la dictadura.
–Sin embargo, Carrió no se refirió al tema que usted menciona, sino que dijo que no estaba de acuerdo con el proyecto porque lo consideraba una venganza personal contra la directora de Clarín, Ernestina Herrera de Noble.–No comparto eso. Cuando Carrió dijo que los hijos de la señora de Noble son nuestros hijos, no me pareció. En todo caso, los hijos de los desaparecidos son nuestros hijos. Tampoco me gustó eso que dijo sobre que esto es una venganza en contra de Clarín o de la señora de Noble.
“La ley de medios se puede reformar a partir de diciembre, pero Cristina va a seguir teniendo poder de veto”–¿Cómo evalúa la discusión sobre el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual dentro del ACyS?–Pienso prácticamente las mismas cosas que Carrió y Morales sobre este tema. Ahora, el proyecto que envió el Ejecutivo tiene algunos aspectos positivos que significan un avance respecto de lo que tenemos. Sin embargo, sentí que el fundamentalismo, tanto de los defensores de la ley como de los detractores, impidió una buena discusión de contenidos. El proyecto tenía cosas positivas, pero también errores involuntarios y trampas. Algunas de esas cosas fueron bien arregladas en Diputados. Creo que fue un error de la oposición haberse parado y no haber discutido los contenidos artículo por artículo.
–¿A qué respondió esa decisión?–La actitud del Gobierno fue un atropello en ambas Cámaras. Tampoco estaba de acuerdo con el argumento de que este Congreso no estaba legitimado para discutir, algo que se dijo en la Coalición o el radicalismo. La verdad es que si este Congreso no está en condiciones de discutir, los legisladores tienen que devolver el sueldo y renunciar. También es cierto que no era una ley para discutirla en dos semanas. Las audiencias públicas fueron una parodia, porque la discusión de una ley tan estratégica se debe hacer artículo por artículo. La oposición se quedó en la discusión de lo malo que era esto en manos de Kirchner –cosa que comparto– y no discutió contenidos. Había que buscar un consenso sobre el mecanismo, pero la oposición se puso en una posición muy cerrada con el fin de pasar esto a diciembre y el Gobierno quería aprobar esto ya.
–¿Está de acuerdo con que en diciembre se derogue o modifiquen algunos artículos de la nueva ley de medios?–Estoy dispuesta a presentar reformas a la ley de algunos aspectos que, me parece, que no han quedado bien. Lo cierto es que si bien cambiará la correlación de fuerzas en el Congreso, no hay que fantasear con que eso vaya a significar demasiado. El oficialismo conservará dos cosas en su poder: el poder constitucional de veto de la Presidenta y un manejo muy fuerte de su propio poder político y económico. Muchos sectores del peronismo continúan acompañando a Kirchner por el manejo discrecional concentrado de los recursos públicos puestos a disposición del disciplinamiento, y otros porque empiezan a mirar el escenario peronista y no tienen a quién acompañar.
Gentileza Crítica Digital: Gabriela Vulcano y Ariel Zak.